lunes, 13 de febrero de 2012

Correte que pateo


Nahuel Trasmonte

Se cumplen 103 años del nacimiento de Bernabé Ferreyra, goleador implacable que, además de alegrías, le dio a River el apodo de Millonario. Le decían Mortero porque le daba con un caño y terminó su carrera con más gritos que partidos jugados.
Bernabé Ferreyra nació para inflar redes. No importaba la manera, el momento, ni la cantidad de veces, él simplemente lo hacía. Por eso terminó su carrera con un promedio de más de un gol por partido, una cosa que hoy en día es imposible hasta para un crack como Messi. Había llegado al mundo un 12 de febrero como hoy, pero de 1909, en Rufino. A los 15 años ya jugaba en la primera de la liga local y, a los 19, luego de cientos de goles apócrifos, llegó a Tigre, donde cambiaría su vida.
Durante un par de temporadas, el Mortero (le pegaba con un caño a la pelota) sacó chapa en el Matador y los clubes se morían por tenerlo. Fueron varios los que lo gozaron a préstamo pero, en 1932, fue River el que finalmente se hizo con sus servicios. La compra de su pase en $35.000 fue un verdadero récord para la época y le significó a River ganarse el apodo de “Los Millonarios”. Desde su llegada, Bernabé hacía historia. Fue la primera gran estrella del fútbol profesional argentino. Aunque no le gustara el equipo, la gente lo iba a ver a él. Los defensores le pedían que avisara antes de patear.
Su marca indeleble la escribió a puro gol. Sólo en su primera temporada hizo 44 (en 33 partidos) y en total fueron 206. Para deleite de la hinchada, ocho de esos gritos fueron a Boca (una vez desmayó a un arquero Xeneize de un pelotazo). Además, ganó tres títulos ('32, '36 y '37), fue el goleador del primero y recibió homenajes desde el mundo del cine y hasta del propio Carlos Gardel.
En 1939 tuvo que retirarse prematuramente del fútbol, por la cantidad de patadas que le daban (en una ocasión le pidió a un defensor: “Repartí un poco, todas a mí no”) volvió a River como empleado. Murió el 22 de mayo de 1972 y, tal cual su historia lo requería, fue velado en el hall del Monumental. Aunque ya hayan pasado 39 años, su potente disparo aún resuena contra los frontones de Rufino, y en las gargantas del Monumental.